Amigos de la Infancia
A veces me pregunto por aquellos amigos y compañeros de infancia, por las personas con las que, de alguna manera, compartí mi adolescencia. La verdad es que en esa época de dictaduras militares, de violencia desenfrenada, de sueños e ilusiones construídos entre balas, desapariciones y miedos, hacer amigos era fácil. Bastaba con salir a la calle, caminar la colonia, hablar con las personas de tu edad que allí se encontraban... compartir o comparar gustos musicales, deportes favoritos... invitarlos e invitarlas a un improvisado repaso, y la cosa comenzaba a fluir. Pero mantener esa amistad ya fue otra cosa... las ideologías comenzaron a pesar y a separar... algunos se fueron por la via de la lucha armada, otros nos sumamos a los movimientos políticos estudiantiles... algunos otros engrosaron las filas de "orejas" y delatores del sistema. Los más, permanecieron indiferentes ante al caos que nos rodeaba, y fueron, posiblemente, los más afortunados.
A veces me pregunto por aquellos amigos y compañeros de infancia, por las personas con las que, de alguna manera, compartí mi adolescencia. La verdad es que en esa época de dictaduras militares, de violencia desenfrenada, de sueños e ilusiones construídos entre balas, desapariciones y miedos, hacer amigos era fácil. Bastaba con salir a la calle, caminar la colonia, hablar con las personas de tu edad que allí se encontraban... compartir o comparar gustos musicales, deportes favoritos... invitarlos e invitarlas a un improvisado repaso, y la cosa comenzaba a fluir. Pero mantener esa amistad ya fue otra cosa... las ideologías comenzaron a pesar y a separar... algunos se fueron por la via de la lucha armada, otros nos sumamos a los movimientos políticos estudiantiles... algunos otros engrosaron las filas de "orejas" y delatores del sistema. Los más, permanecieron indiferentes ante al caos que nos rodeaba, y fueron, posiblemente, los más afortunados.
En mi caso, de los 17 a los 20 años, mi vida se vio marcada por un profundo convencimiento que la cosa en Guatemala iba mal. Que las dictaduras militares no eran buenas para el país... y eso me llevó a querer cambiar las cosas; y querer cambiar las cosas me llevó a vivir con paranoia, a sufrir dos intentos de secuestro, persecusión política y a la larga, un exilio que duraría diez años. Paradógicamente, el exilio fue al país aliado de las dictaduras militares, pero bueno, a veces la vida escoge formas de enseñarnos la tolerancia de manera impredecible. Tristemente, ese exilio se dio en épocas donde aun no existía la tecnología de hoy en día. Apenas comenzaba a experimentarse con los correos electrónicos... los celulares eran simplemente una teoría no probada y los ordenadores personales solo existían en las caricaturas de los supersónicos. Eso hizo que le perdiera la pista a los amigos de antaño.
Luego vino el retorno y el deseo de reencontrarme con algunos de ellos. En algunos casos la búsqueda dio sus frutos, en otras fue un rotundo fracaso. Con los pocos que hubo reencuentro, hubo también la sensación de ya no pertenecer, de ya no ser los mismos. Yo venía de fuera, sin un círculo mío y muy propio; pero los que se quedaron si lo tenían y en el mejor de los casos podíamos vernos cuando sus apretadas agendas, sus compromisos familiares y sociales, así lo permitían...y casi casi, en la clandestinidad por ellos escogida... ¡ah! el estigma de ser exiliado.
Ahora, con el surgimiento de las redes sociales, he podido reencontrarme con algunos; a todos les he escrito ya sea un mensaje, ya sea en su muro... muy pocos me contestan, algunos con más entusiasmo que otros, pero en todos los casos me quedo con la sensación que el tiempo perdido no se recupera...que el tiempo, la distancia y las circunstancias, verdaderamente, nos hicieron y volvieron extraños. Me pregunto si habrá la fuerza y energía para invertir en un verdadero reencuentro. Me pregunto si se pueden dejar de lado las ideologías y retomar la amistad pura que nace de la inocencia de la adolescencia. De verdad no lo sé, pero me gustaría pensar que si se puede... por mi parte estoy dispuesto a intentarlo... ¿Y vos?
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