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jueves, 26 de agosto de 2010

Te prometo

Y bueno, ¿Qué te digo? Cuando decidí escribir y compartir lo que escribo con otras personas, no quería limitarlo a escribir la prosa como te gusta que lo haga, quería que ese espacio, que inicialmente era el espacio de dos, y se fue haciendo el espacio de muchos, fuera un espacio donde lo que siento, lo que pienso y lo que me mueve quedara plasmado para mí y para otros (o en tu caso, otras). Si, ya sé y me lo has dicho muchas veces, que no todos o todas piensan como yo en lo político. Y te contesto con la sinceridad de siempre ¿Y qué? Ese es problema de los otros y las otras, total no les obligo a leer lo que escribo. Lo bueno de eso es que genera debate, se comparten y discuten ideas y al final, creo nos sirve de catarsis colectiva y de espacio para filosofar tonterías. ¿O decime si no es sabroso perdernos en discusiones como la que tuvimos anoche, donde me decías que lo mío era la prosa de amor y ternura, la poesía, pero no el ensayo o la payasada política, como vos lo llamas? ¿Decime si al final de la noche no te fuiste con la sensación sincera que el desacuerdo nos acerca más a quien vos sos y a quien yo soy?
Te digo, escribir que no hay luna nace, no se hace. Escribir que este país es una olla de cangrejos no requiere de inspiración profunda, se requiere solo de aplicar ideas, desarrollarlas y decir, al final de cuentas, como ves la realidad que te rodea. Lo otro es más del alma, del corazón, de las entrañas. Y para eso, o tenés una musa todo el tiempo, o necesitas de tormentas y destellos que te traigan de la nada los recuerdos. ¡Claro que quisiera escribir más historias como esa, que me decís que te golpeo en el alma como un vendaval en medio del desierto!. Pero no se puede todo el tiempo. Al menos en mi caso no es escribir cualquier bobada, eso no va conmigo y vos, de todas las personas que conozco, debieras saberlo. Me decís que sería bueno que transcribiera los poemas, que quedaran acá guardados. Te digo que no, esos poemas son otra historia, una historia que no todos o todas tienen por qué saber o conocer, Vos tenés información privilegiada en eso, no la usés contra mí, no se vale…
Lo más que puedo prometerte es dejar que los recuerdos asalten con más frecuencia y que con ello fluyan sentimientos y pensamientos, Por de pronto sigamos discutiendo. Vos alabando las bondades de lo privado, yo defendiendo la necesidad de lo público. Nos hace bien desahogarnos, nos hace bien pensar en voz alta, argumentar y contra argumentar. Nos hace bien sabernos, vos en tus rollos, yo en los míos. Vos con tu sensibilidad de mujer, como me decís todo el tiempo, yo en mi tozudez de hombre, como me achacás siempre. Y como ya te dije una vez: no ejerzás censura alguna en mis pensamientos, porque yo respeto tus ideas, por arcaicas e ilógicas que me parezcan. Dejáme escribir que la minería y el petróleo están acabando lo lindo y bueno que tiene esta tierra. Dejáme decir lo que pienso de aquellas personas que crucifican a cualquiera sin darle el justo derecho de defenderse. Dejáme escribir que es injusto que en el norte piensen que los del sur son delincuentes. Y a cambio de ello, te prometo, contarte más historias de la luna y el sol, o de otras lunas y otros soles, según sea el caso.
No tomés a mal, o como regaño, lo que aquí te escribo amiga mía. No lo es. Como siempre no es más que la eterna discusión que con vos mantengo, que nos hace revisarnos y desnudarnos ante la mirada de uno y la otra y que nos lleva, al final de cuentas, a aceptarnos como somos: vos con tus ideas, yo con las mías, pero juntos en un solo pensamiento: la mierda de este país hay que removerla...

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