Aquí en Guatemala se anuncia la visita de Arturo Valenzuela, subsecretario de Estado de Estados Unidos para América Latina y nos publican fotos que lo muestran visitando proyectos en San Miguel Uspantán, El Quiché. ¡Dichoso él, que tiene la libertad de movilizarse a donde quiera, sin sentir temor a ser detenido en las calles solo por su aspecto latino! Me pregunto, y lo hago sin ninguna mala intención -aclaro-, si el señor Valenzuela se atrevería a removerse el saco y la corbata, vestirse de paisano y caminar por las calles de Arizona. Me pregunto si haría ese gesto en solidaridad con los miles y miles de latinoamericanos que ahora sufren la persecusión penal solo por su apariencia física, nada más y nada menos que por eso.
Pienso yo que bien harían los Estadounidenses (no son más américanos que todos y todas nosotras, aunque históricamente se hayan apropiado el gentilicio para ellos sólos) en recordar un poco su historia como nación, en el papel que jugaron irlandeses, italianos, y gente de muchos otros lugares en construir el país y nación que hoy son. Debieran estudiar el papel que jugaron los esclavos africanos no solo en construir la economía, sino el aporte que siendo esclavos, hicieron en la lucha por la libertad e independencia que tanto valoran. La realidad es esa: Estados Unidos es un país forjado por inmigrantes, muchos de ellos llegados en condiciones infrahumanas y marginados y discriminados por mucho tiempo.
Pienso yo que bien harían los Estadounidenses (no son más américanos que todos y todas nosotras, aunque históricamente se hayan apropiado el gentilicio para ellos sólos) en recordar un poco su historia como nación, en el papel que jugaron irlandeses, italianos, y gente de muchos otros lugares en construir el país y nación que hoy son. Debieran estudiar el papel que jugaron los esclavos africanos no solo en construir la economía, sino el aporte que siendo esclavos, hicieron en la lucha por la libertad e independencia que tanto valoran. La realidad es esa: Estados Unidos es un país forjado por inmigrantes, muchos de ellos llegados en condiciones infrahumanas y marginados y discriminados por mucho tiempo.
Durante los años que viví allá conocí muy de cerca la discriminación que día a día sufren las personas sólo por la apariencia física. Recuerdo muy bien la ocasión en que, caminando por las calles de Washington D.C. con un amigo (indígena K'ak'chi'kel) guatemalteco (por azares del destino y de la guerra para ese entonces ya era ciudadano canadiense) cuando sin ninguna razón dos oficiales de policía se nos acercaron, me apartaron de él y, para mi sorpresa, comenzaron a pedirle, en español, a él, a un ciudadano de Canadá, que mostrara sus papeles. Yo, por haber nacido blanquito (canilla de leche, dicen algunas mis amigas), de ojos azules, y un poco más alto que el normal de mis paisanos, no fui ni siquiera abordado. Es más, los oficiales constantemente se disculpaban conmigo (en inglés), diciendo que solo querían verificar la situación migratoria de ese amigo. ¡Menuda sorpresa se llevaron cuando les sacó su pasaporte canadiense, su licencia de manejar de Ontario y su carné de catedrático de la Universidad de Toronto y se dirigió a ellos en un perfecto inglés! La situación fue tremendamente embarazosa, y no sabían luego como disculparse con él. Pero lo triste de esa historia es que los dos oficiales que lo confrontaron eran también latinos. Eso sucede cuando la discriminación permea al sistema...nos roba la identidad, nos quita la solidaridad.
Arizona es un error histórico. A sus habitantes se les olvida que quienes forjaron y habitaron esa tierra,muchos años antes que llegaran los anglosajones, fueron los indígenas que hoy viven presos en las famosas reservaciones, olvidados y marginados. Se les olvida que Arizona, hasta 1848 era, primero territorio español y luego mexicano. Y que cuando ellos se establecieron allí, aún siendo territorio mexicano, no fueron discriminados por su apariencia. Si para ese entonces los mexicanos hubieran promulgado la ley SB1070 otro gallo cantaría hoy en día y Arizona no sería un error histórico.
Estados Unidos es un país que tiene muchas cosas que admirar,y lo digo sinceramente. Uno de sus grandes tesoros es la bondad, la gentileza y la solidaridad de gran parte de su gente. Pero es un pueblo históricamente ignorante, al punto que la gran mayoría de su población desconoce no solo el nombre de quien los gobierna, sino de quienes los engañan. El debate político es un lujo que sólo las élites se dan; las grandes corporaciones le apuestan a la indiferencia y al olvido de los y las ciudadanas porque de esa ignorancia e indiferencia ellas se benefician. La historia, en Estados Unidos, no tiene memoria. Y por no tener memoria, los errores históricos, como Arizona, se repiten una y otra vez. Por no tener memoria histórica, las falacias se convierten en verdades. Por no tener memoria histórica ya se les olvidó que fue George W. Bush el que levantó la moratoria para que se pudieran hacer las exploraciones y explotaciones petroleras mar adentro. Y por no tener memoria histórica, Luisiana, Texas y Florida se preparan para el peor desastre ecológico en mucho tiempo. Las reservas de coral más grande del continente americano se ven amenazadas por la avaricia de una familia que, por petróleo, invadió Afghanistan e Irak, pero de eso, tampoco se tiene memoria histórica.
Arizona es y seguirá siendo un error histórico, en tanto quienes apoyan la Ley SB1070 no revisen su historia. Arizona seguirá siendo un error histórico hasta que no reconozca sus raíces, hasta que no concilie su presente con su pasado. Lo siento por Arizona, sin memoria, no hay futuro.
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