Ecocidio S.A. Así se llama la compañía creada por el Congreso de Estados Unidos en Septiembre de 2008. Hasta ese 30 de septiembre, Estados Unidos tenía una moratoria para poder explotar petróleo en Alta Mar, a raíz de un terrible derrame petrolero acaecido en 1969 en las Costas de Santa Bárbara, California. Pero la llegada de George W. Bush a la presidencia de Estados Unidos comenzó a abrir las puertas para que esa moratoria se levantara, y para que él pudiera entonces convertirse en el Presidente de Ecocidio, S.A.
Entre los diversos argumentos que se utilizaron para lograr que se levantara la moratoria, estaban los siguientes: las reservas petroleras de Estados Unidos estaban cayendo drásticamente, y el precio del crudo a nivel mundial estaba a la alza. Y la presión se comenzó a sentir a través de una muy bien orquestada campaña mediática dirigida y coordinada desde la Casa Blanca misma, por el entonces vicepresidente Dick Cheney, donde las verdades se callaban y las falacias se esgrimían. Lo que la campaña mediática nunca dijo era como la familia Bush seguía enriqueciéndose a través de sus negocios petoleros. Ya en 2000, un informe de la organización Center for Public Integrity (o Centro para la Integridad Pública) publicó un informe donde detallaba las relaciones entre la familia Bush, el ex-vicepresidente Cheney y la compañía transnacional de excavación y tecnología petrolera Halliburton, matriz de Brown and Root, cuyo presidente era, en ese entonces, Dick Cheney (entre 1995 y el 2000). el informe ilustra, de igual manera, las relaciones de negocios entre la familia Bush y la familia bin Laden, de Arabia Saudita. Y el informe nos recuerda que fue George Bush padre quien, siendo vicepresidente (y con la ventaja de haber sido ex director de la CIA) en tiempos de Ronald Reagan, convenció al congreso de Estados Unidos a financiar la campaña de resistencia de los talibanes contra la Unión Soviética en Afghanistan (si, esos mismos talibanes que ahora combaten contra los Estados Unidos), cuyo propósito implícito era lograr el control de Afghanistan para poder construir el oleoducto que sacara el petroleo ruso hacia el mar. Para los Bush estaba claro que quien controlara el oleoducto controlaría gran parte del mercado petrolero. ¿Por qué menciono todos estos antecedentes? porque para entender el desastre ecológico que está ocurriendo en el Golfo de México, y que amenaza las costas de Alabama, Missississipi, Luisiana y Florida, es necesario conocer la avaricia que llevó a levantar una moratoria destinada no solo a conservar los frágiles ecosistemas de las costas y los arrecifes, sino la vida misma en este planeta.
Ecocidio es un término que fue acuñado por los ambientalistas durante la guerra de Vietnam, y que se refería a la destrucción causada por el uso de bombas de napalm y agente naranja a los frágiles ecosistemas del sudeste asiático, y se refiere al daño irreversible provocado a los ecosistemas por al acción directa o indirecta del ser humano. Y ecocidio es lo que está sucediendo en el Golfo de México. A mi me asombra la indiferencia con que, desde nuestros países, seguimos el desarrollo de este drama. Y me pregunto si nos daremos cuenta de las implicaciones que este desastre tiene para la humanidad entera.
Ecocidio, S.A. es una industria millonaria que depreda nuestro medio ambiente sin ningún tipo de control o restricción. En Guatemala el debate está abierto, pero la opinión pública permanece, como siempre, al margen del mismo. La Laguna del Tigre, una de las reservas más importantes de oxígeno a nivel mundial se muere poco a poco, por la tala inmoderada de árboles, la presencia descarada (y avalada) de narcotráficantes y, especialmente, por la explotación petrolera que Perenco, S.A. hace de los yacimientos petroleros en esa zona. En Guatemala, al igual que en Brasil, Bolivia y Ecuador, ya se habla de la exploración y explotación de petroleo en alta mar. Pero no nos cuentan los riesgos de esta industria. Se callan, por ejemplo, que las plataformas están siempre en riesgo de ser carcomidas por la salinidad del mar; de los riesgos inminentes y permanentes ante olas asesinas (muy comunes, aunque ustedes no lo crean) y por los huracanes comunes en las zonas donde se da la explotación petrolera. Creo que ya va siendo hora que se entienda que el petróleo es un recurso finito, que la apuesta debe ser por la producción y desarrollo de tecnología que permita el uso de energía limpia. Guatemala, como muchos otros países tiene un alto potencial para desarrollar energía eólica (producida por el aire), o energía térmica (volcánica) pero las inversiones en esos campos son nulas, los incentivos no existen y los intereses son otros. La tecnología y la industria de energía limpia es una verdadera oportunidad para salir de la crisis económica mundial, solo se requiere invertir en la investigación y el conocimiento. Debemos a aprender a desarrollar la tecnología que permite utilizar la energía solar como combustible, debemos apostarle, como humanidad, al desarrollo de automóviles no dependientes del petróleo, pero eso no se hace porque no es de conveniencia de Ecocidio S.A. sus intereses son otros. Debemos continuar con la dependiencia del petróleo porque si no ellos quiebran, Nuestro futuro está empeñado, nuestro presente retenido por los grandes intereses que mueven a Ecocido S.A.
El petróleo seguirá siendo importante, eso no lo niego, pero en tanto no se desarrollen tecnologías que permitan su extracción segura, creo, que por el bien de mis hijos, debe ser altamente regulada, con controles estrictos y con legislación que obligue a Ecocidio, S.A. a hacerse moralmente responsable por el daño ecológico causado. Y el 1% de regalías (que generosamente nos dejan en Guatemala) no alcanza para cubrir el futuro empeñado.
Nota aparte: para conocer tras bambalinas las negociaciones de PERENCO, les dejo el siguiente enlace:
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