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domingo, 2 de mayo de 2010

Bella Luna

Todo comenzó una tarde, donde tu nombre me vino a la mente al leer una historia que me había llegado: La historia de la Luna y el Sol, que narra la historia de un amor, de ese amor imposible que nace de dos astros separados por la distancia, por el tiempo y el espacio. Muchas veces me he preguntado que fue lo que hizo que esa historia saliera de mi computadora hacia la tuya. Para entonces lo nuestro no era más que una incipiente amistad nacida de un breve encuentro. No tenía forma de imaginar como compartir esa historia con vos cambiaría mi vida, cambiaría las cosas.  Pero la historia salió y llegó a tus manos. Desde entonces dejé de ver la luna con ojos de indiferencia. Se convirtió en el cordón umbilical que me llevaba a tu lado, ese cordón umbilical capaz de meterse en el ciberespacio, de construir agujeros negros donde la distancia se acortaba y me transportaba a tu lado.
Comenzamos a intercambiar mensajes, de texto y por correo, a llamarnos con frecuencia, a querer sabernos todo el tiempo.  Inventamos razones y excusas para vernos, coincidimos en viajes, nos visitamos mutuamente, inventamos formas de amarnos, formas para querernos, y por un tiempo encontramos la forma de evitar que la distancia, que la lejanía agotara y acabara con la magia ¡Fuimos capaces de inventar nuestros eclipses! ese sublime momento donde el sol y la luna se encuentran en el universo y se aman apasionadamente, sabiendo que pasará un tiempo antes del reencuentro.  Comenzamos a compartir canciones, a escribirnos de madrugada, a buscarnos a todas horas y en todo momento... recuerdo aun las ansias con las que esperaba tus correos de la mañana y los de la noche, lo inspirado que me sentía al pensarte, al amarte en ese espacio, entre la luna y el sol, que se hizo nuestro, que se hizo propio; las locuras e improvisaciones que la alegría de tenerte en mi vida me hacía hacer.
La gente con la que compartía a diario comenzó a ver cambios en mi, primero en mi forma de ser, luego en mi forma de actuar y finalmente, cambios físicos que creían que yo no tendría el valor de hacer, como raparme la cabeza.  Con vos todo era tan natural, nada era forzado y se sentía bien. La verdad es que tu llegada a mi vida fue como un bálsamo a mis heridas, como una luz a mi oscuridad.  Aún ahora,cuando siento que necesito recargarme, releo todo lo que compartimos, lo que nos escribimos y me sorprende descubrir la forma como fuimos capaces de derramar sentimientos en palabras, de construir oraciones que tenían sentido solo para nosotros dos. Estoy convencido que cualquiera que lea lo que nos escribimos sería capaz de escribir una novela de amor que dejaría sin aliento a sus lectores.
Pero todo llega a su fin... la magia fue decayendo, la distancia se fue acrecentando, dejaron de fluir las ideas y las palabras. Se fue secando el amor... los mensajes se espaciaron, otros soles cruzaron tu camino, me quedé buscando otras lunas... Al menos hemos mantenido el contacto, cada vez más distante, cada vez más esporádico, pero allí está.  Se rompió el cordón umbilical, se cerraron los agujeros negros, pero quedan los recuerdos, el cariño y tu amistad... Y si, de allí nació este nombre, de ese espacio construido por dos, entre la Luna y el Sol.

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