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viernes, 14 de mayo de 2010

De la corrupción y la hipocresía

¡Bendito escándalo el que ha armado Rafael Espada, Vicepresidente de Guatemala, al decir que Guatemala es un país corrupto, mentiroso e hipócrita!  Según leo y escucho, los "analistas políticos" condenan las declaraciones francas, abiertas y sinceras de un médico cuyo prestigio como galeno rebasa nuestras fronteras, pero que ha demostrado, en muchas ocasiones, ser verdaderamente neófito en la arena política.  Y de entrada aclaro, si lo que se espera leer acá es otra condena a las expresiones del Vicepresidente, pueden parar de leer ya, porque creo que, por el contrario, hay que aplaudir la valentía que tuvo al expresarse de la manera en que lo hizo. 
Creo que lo primero que hay que hacer es poner en contexto donde y ante quien  hizo semejantes aseveraciones el Vicepresidente: sus declaraciones se dan ante oficiales de la Policía Nacional Civil, en el momento que se inauguraban los trabajos de remodelación del hospital de esa institución. Así  que su principal audiencia eran los oficiales de una polícía que ha sido acusada de estar infiltrada por el crimen organizado, acusada de tener elementos que participan en secuestros, extorsiones, grupos de sicarios y escuadrones de la muerte.  Y lo que el Vicepresidente dijo es que Guatemala es un país corrupto, mentiroso e hipócrita.  Pero eso alcanza para que los puritanos se rasguen las vestiduras y acusen al Vicepresidente de haberlos insultado, porque según ellos, esa afirmación es sinónimo de que todos y todas las guatemaltecos somos corruptos, mentirosos e hipócritas. Y entonces ¡hay que pedirle que, por "dignidad", renuncie! Pero hasta donde he leido y oido las declaraciones del Vicepresidente, él no dijo eso.  Hizo una clara alusión a las estructuras que permiten que la corrupción, el engaño y la infamia sigan gobernando a Guatemala y les recordó a los oficiales de la PNC del rol que tienen como controladores contra esos males.
El análisis político es una disciplina que requiere de la capacidad de deconstruir el contexto y reconstruirlo de cara a la realidad que se vive, y por eso cuestiono los comentarios de quienes se autodenominan analístas políticos y critican al Vicepresidente sin haber hecho esa deconstrucción del contexto.  Y para quienes quieran acusarme de hacer una defensa oficiosa del Vicepresidente les aclaro: ni lo conozco ni simpatizo con el actual gobierno. 
En Guatemala es un secreto a voces que somos un país rehén del crimen organizado, un verdadero Estado Fallido, si nos atenemos a la definición del mismo (Estado fallido es un término polémico, que califica de esta manera a un Estado débil en el cual el gobierno central tiene poco control práctico sobre su territorio. En otras palabras: quiere decir que un país tiene un Estado de Derecho si mantiene un monopolio en el uso legítimo de la fuerza física dentro de sus fronteras. Cuando este monopolio está quebrantado -por ejemplo, por la presencia dominante de señores de la guerra, de sicarios, narcotráficantes y grupos armados criminales- la misma existencia del Estado llega a ser dudosa, y el país se convierte en un Estado que ha fallado o Estado fallido).  Y, desafortunadamente, ese es el caso de Guatemala: las mafias se han enquistado, enroscado y han hecho nido en el poder económico y político. Y los partidos políticos lo saben y se dejan financiar por esas estructuras corruptas de poder.  Los bancos y las grandes empresas se prestan al lavado de dinero, donde los controles son verdaderamente ineficientes. Terrenos, casas y carros son comprados en efectivo y los propietarios no investigan ni cuestionan la procedencia del dinero.  Se conoce el nombre de los grandes capos del narcotráfico, quienes impunememente caminan por las calles de pueblos que han comprado a base de hacer favores, armados ellos y sus guardaespaldas hasta los dientes y custodiados por las fuerzas de seguridad del país, sin que nadie los denuncie.
A ese país se refería Rafael Espada cuando afirmó que Guatemala es un país corrupto, mentiroso e hipócrita.  Ayer mismo, los magistrados de la Corte de Constitucionalidad evidenciaban como buscan debilitarla por tener el valor de defender e interpretar adecuadamente la Constitución Política de la República de Guatemala. Y entonces, me sumo al Vicepresidente y afirmo: Guatemala es un país corrupto, mentiroso e hipócrita. Ya viene la  elección de Magistrados a la Corte de Constitucionalidad. Los actuales rescataron esa institución del circo en el que el gobierno de Alfonso Portillo, aliado a los poderes fácticos, la había convertido; pero las componendas ya se dan para llevar a la Corte personas que se plieguen a los intereses de esas estructuras corruptas que nos han conducido a un Estado Fallido, y los guatemaltecos y las guatemaltecas seguimos con indiferencia situaciones como ésta.  Se denuncian situaciones anómalas, las leemos, escuchamos y vemos, pero las callamos, no opinamos, no apoyamos a que haya mayor transparencia. De verdad, y aunque duela: Guatemala es un país corrupto, mentiroso e hipócrita. Dejémos de señalar con un dedo a quien tuvo el valor de públicamente aceptarlo y hagamos algo por cambiar el país donde vivimos.  Al final de cuentas, de eso si somos responsables.

Nota aparte: he hecho un esfuerzo sostenido por escribir día a día. Quisiera saber, de ustedes, si vale la pena seguir haciéndolo. En la columna de la derecha he colocado una encuesta que estará allí por diez días más.  Por favor respóndanla, me ayudará mucho a saber con que frecuencia escribir. De igual manera, si les gusta el blog, les pido que lo compartan con amigos y conocidos. Gracias


2 comentarios:

  1. Gracias querido Juan, estás haciendo un esfuerzo muy enriquecedor para nuestra sociedad, y no dudo que para vos también. Felicidades

    Enrique

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  2. Felicidades amigo, un gusto saber de vos y poder darme cuenta de la excelente pluma que tienes. Apoyo desde Costa Rica.

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