traslate this blog

lunes, 17 de mayo de 2010

Discriminación y odio: una amenaza a la vida

Una de las grandes satisfacciones que he tenido en mi vida ha sido la oportunidad de estudiar los derechos humanos científicamente. Oportunidad que se inició con la asistencia a un curso sobre derechos económicos y sociales dictado por el Instituto Interamericano de Derechos Humanos, seguido por la asistencia a un curso Interdisciplinario en Derechos Humanos y culminado con una serie de cursos y diplomados en esa materia.  Y sobre la base del estudio de esa disciplina aprendí que el derecho a la no discriminación es fundamental para garantizar la dignidad de la persona humana.  En esencia, el derecho a la no discriminación significa el deber del Estado de garantizar que toda persona, sin ningún tipo de distinción razonable, pueda gozar y ejercer todos sus derechos fundamentales en igualdad de condiciones. Es, además, el derecho más resaltado en los tratados internacionales de derechos humanos, y al menos veinte instrumentos de esa naturaleza lo colocan como un derecho necesario para poder ejercer otros, es decir, que si existe discriminación, los demás derechos no pueden ser gozados plenamente. 
Pero, entre que sea el derecho más resaltado en los convenios internacionales, a que sea el más respetado hay un abismo de diferencia.  En pleno siglo XXI, me atrevería a decir que el derecho a la no discriminación es el  más violado alrededor del mundo. Personas son a diario discriminadas por su condición económica, por etnia, por género, por edad, por niveles de desarrollo social, por orientación sexual, etc.  Y la existencia de la discriminación es la causa fundamental que en el mundo entero aún se practiquen los denominados crímenes de odio.  Desde Paraguay hasta Irán me llegan permanentemente artículos enviados por colegas que he conocido en seminarios, eventos y conferencias sobre derechos humanos que ilustran como estos crímenes se mantienen vigentes.  Y con el respeto a todos los católicos del mundo -entre los que me incluyo- discursos como el pronunciado por Benedicto XVI en Portugal condenando a las personas por sus preferencias sexuales, no hacen más que contribuir a que se sigan perpetuando este tipo de crímenes. 
En Guatemala el derecho a la No discriminación se viola a diario: desde el seno mismo del hogar con el maltrato que sufren las empleadas en labores domésticas, pasando por la violación y estupro de la mujer que es vista como propiedad del hombre, hasta en la calle con el trato discriminatorio a indígenas solo porque hablan en su idioma materno o porque visten diferentes (vaya usted a un banco, cualquiera y dedíquese a observar la diferencia de trato según la apariencia de la persona y podrá constatar lo que aquí le escribo). 
En Irán, el 14 de mayo de 2010, siete miembros de la comunidad Baha'i por el simple hecho de pertenecer a ese movimiento religioso, cumplieron dos años de detención ilegal. Hasta la fecha permanecen en prisión sin haber sido siquiera juzgados en los cargos de espionaje, traición y destrucción de la madre tierra, de los cuales son acusados. Las condiciones de su detención han quedado documentadas y se ha demostrado que sobreviven en condiciones verdaderamente infrahumanas. 
Mientras tanto, en Paraguay, el 7 de abril de este año, Norma Machado, de 20 años y declarada homosexual fue secuestrada por familiares, incluido un tío de la víctima, Viviano Machado, quien es jefe de policía en Asunción, la capital paraguaya.  Por lo poco que he podido ilustrarme de este caso, ella fue secuestrada y detenida ilegalmente por cinco miembros de su familia y un conocido, quienes la golpearon e interrogaron sobre sus preferencias sexuales por más de tres horas.  Todo esto sucedió en la sede de una empresa de seguridad privada propiedad de su tío, el policía. Posteriormente, y contra su voluntad, fue trasladada a la residencia de sus padres, fuera de Asunción, y retenida por más de nueve días, hasta que escapó y presentó la denuncia de lo que le había sucedido. Desde entonces, y hasta hoy día, Norma Machado permanece escondida por temor a represalias y porque las denuncias presentadas no han sido investigadas adecuadamente. Mientras, su tío policía continúa ejerciendo su cargo público impunemente. Me pregunto: ¿si él fue capaz de actuar así contra su propia sobrina, de que no será capaz de hacer ante total desconocidos? La tortura es un crimen de lesa humanidad, y por ese crimen, debiera ser juzgado.
Desde Estados Unidos hasta China, personas guardan prisión por su derecho a ser diferentes, a pensar diferente, a vestir diferente.  Desde China hasta Estados Unidos, los crímenes de odio, como el acaecido a Norma Machado son el pan nuestro de cada día.  Pienso que es hora de hacer conciencia: la discriminación nos condena a todos y todas.  Sin igualdad no hay paz, sin igualdad no hay desarrollo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario