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domingo, 18 de julio de 2010

MANDIBA

18 de julio, día de la dignidad humana. Hace 92 años nació Mandiba Mandela, ese hombre que dedicó su vida a construir justicia, a destruir la ignominia, a unir pueblos, a romper el apartheid. Su lucha significó el alba para un pueblo sumido en la oscuridad de la ignorancia de aquellos que se consideran superiores a otros sólo por el color de su piel. Mandiba Mandela está hoy más vigente que nunca, no porque sea la figura pública que hace algunos años fue, sino porque aquello por lo que luchó y ofrendó su libertad por 27 años, sigue siendo tan válido como lo fue durante todo el tiempo que soportó el racismo, la discriminación y la segregación.  En muchos lugares del mundo aún hoy, y pese a los esfuerzos de seres humanos excepcionales como Gandhi, Mandela y Martin Luther King todavía hay quienes se sienten superiores a otros, y sobretodo a otras, simplemente por cuestiones de género, etnia o procedencia geográfica. Por eso Mandiba sigue vigente, por eso, su lucha sigue vigente. 
Mandiba, más conocido como Nelson Mandela nació de una familia de estrato medio en el sur de Sur África, un Estado Racista, controlado por un grupo minoritario que manipuló su destino por más de 200 años, promulgando el segregacionismo como un mecanismo para mantener la pureza de la raza y que consideraban que los diferentes grupos étnicos que allí habitaban no merecían la categoría de humanos y los mantuvieron en situación de pobreza extrema intencionalmente. Y por haber nacido en la exclusión, no pudo contentarse con aceptar el Status Quo y seguir su vida, por lo que desde joven inició su lucha por liberar a su pueblo y cambiar su historia.
Luchó como mejor creyó que podía hacerlo y fue condenado por intentar derrocar a los Afrikáner, cuyo gobierno se fundamentaba en el apartheid, un sistema de privilegios que unas minorías blancas (10% de la población) originalmente de "boers" o "Afrikáners", calvinistas holandeses y hugonotes franceses y posteriormente también de colonos ingleses. Un Estado que la minoría caucásica había construido a base de sangre y explotación, como un imperio cultural y legal que segregaba al otro 90% de una población cuyo único delito fue no haber nacido blancos. Desde 1916 había leyes discriminatorias contra los diferentes grupos étnicos no caucásicos, pero fue en 1948 cuando se construyó legalmente todo un vasto edificio segregacionista sobre cuatro pilares:
El Registro, que marcaba de por vida a cada sur africano, desde el momento de nacer, determinando lo que podía hacer y no hacer y hasta que podía llegar a ser o no ser; El Acta de Áreas de Grupo, que decretaba dónde podía vivir y dónde no podía vivir cada etnia; El Acta de Tierras, que dividía al país según lineamientos raciales, legitimando antiguas ocupaciones de los boer; y el Acta de Instalaciones Separadas, que asignaba con criterios racistas, los sitios públicos de educación, de esparcimiento y de todo tipo, desde cementerios, playas, buses, escuelas, hasta baños públicos y patios de juego para niños.
Esa situación duró hasta 1994: Nelson Mandela, ese muchacho que perdió su juventud privado de libertad, y que durante 27 años de su vida dejó de ser él para convertirse en el prisionero número 466/64 (que ahora se ha convertido en un logo que adorna camisetas y bolígrafos, como la efigie del Ché Guevara) se convirtió en el Presidente de una Sur África libre. Estando Privado de Libertad creció en dignidad y sabiduría. Prometió salir de la cárcel sólo como hombre libre, y así lo hizo: cuatro años después de abandonar su cautiverio fue electo Presidente y terminó de derribar el bastión del racismo, construido por los Afrikáner, quienes, en su afán de demostrar su superioridad racial, sólo pueden compararse a la Alemania Nazi.
Galardonado con el Premio Nóbel de la Paz, el Premio Príncipe de Asturias y muchos doctorados Honoris Causa, Mandiba Mandela puede sentirse satisfecho de haber vivido una vida plena y de haber dejado su legado para la historia de la humanidad entera. De todos los reconocimientos que le hicieran en vida, dos deben ser los que más aprecia: haberse ganado el título de Mandiba, que en el lenguaje de la tribu Xhosa significa Tata o padre y el que la Organización de Naciones Unidas decretara el 18 de julio como el Día Internacional de Nelson Mandela, convirtiéndose así en el primer ser humano de ser honrado, y en vida, con un más que merecido homenaje a nivel mundial. Rolihlahla Mandiba (“el Tata que provoca problemas”) merece esto y mucho más. Rolihlahla Mandiba, ¡qué falta nos hace alguien como vos en nuestra tierra, que levante esperanzas, que contagie sueños, que libere pueblos!

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